2 de maig del 2006

Canviar el món?

Arran d'una conversa amb una amiga que se'n va pròximament a Calcuta, he tornat a pensar en la idea següent: realment, què és canviar el món?

O, equivalentment, es pot canviar al món? Què podem fer per canviar el món? Què significa? Quina és la manera correcta d'actuar? Fins on podem arribar? Val d'alguna cosa perdre's en molta activitat, fer moltes coses? Realment, fins a quin punt tot això només servix per a tranquil·litzar la nostra consciència, per a sentir-nos millor?

No vull dir que tot siga inútil, no vaig per ahí. Simplement, que potser siga això: potser l'important d'allò que fem, quan fem alguna cosa pels demés, no és obtindre'n un resultat visible, no és vore clarament l'efecte positiu de la teua acció. L'important és transformar i, sobre tot, deixar-se transformar. Vull pensar que l'important, com sempre, és l'encontre amb les persones. És això l'única cosa que transforma, que deixa emprempta, tant en tu com en la persona a qui intentes ajudar, la persona a l'encontre de la qual ixes.

Si no ens deixem transformar, si no ens deixem tocar per tot allò que ens envolta, de segur no haurem aconseguit res; llavors sí que (ens) semblarà que la nostra acció es perd en un oceà d'injustícies i de coses a resoldre.

PD: Per cert, Calcuta ja no s'anomena Calcula, almenys en Calcuta, sino Kolkata.

5 comentaris:

Anònim ha dit...

Yo creo que...

Cambiar el mundo está claro lo que es... que sea diferente.

El mundo está cambiando, de eso no hay duda cuando se mira a la historia, las personas somos las que provocamos el cambio, aunque no sea como acción individual, o no pasemos todos a la historia por ello.

Lo que se puede hacer es poner en marcha todo aquello que Dios nos da (bueno, en este blog "todas nuestras cualidades"), nunca sabremos hasta dónde puede llegar el efecto multiplicativo de nuestras acciones.

Kaminant ha dit...

Me ha hecho mucha gracia cómo intentas adaptarte al estilo de mi blog ("lo que Dios nos da" (versión cristiana) = "todas nuestras cualidades" (versión agnóstica o atea)).

No es por nada, pero la respuesta que das ya me la conozco... No digo que no tengas razón, ni que no esté de acuerdo, ni que no me haya gustado..., ¡al contrario!

Es la respuesta que yo mismo me doy, en plan teórico, idealista, o con miras al futuro... Es que, si haces algo por cambiar el mundo, has de creer que a largo plazo servirá para algo, que el efecto al final se verá, que aunando esfuerzos se consigue algo, que muchos "pocos" hacen un gran "mucho", etc.

También das una clave práctica: poner en marcha todas nuestras cualidades (y yo resaltaría lo de todas, o sea, no guardarse o reservarse nada; poner todo lo que somos al servicio de los demás, lo mucho o poco que tenemos o somos...).

Mi post venía motivado, en el fondo, por los momentos en que ese idealismo o esa visión, se diluye, cuando, en el día a día, no sabes si realmente lo que haces sirve para algo, y si puedes hacer algo para que de verdad este mundo sea diferente...

Si me pongo a pensar en que "al final, en algún momento, se verá el cambio, como resultado del esfuerzo de todos", o, simplemente, "al final esto servirá para algo", muchas veces no haría nada. En ese caso, me aferro a la idea de que, bueno, hay algo que no se ve, que no se tiene en cuenta, que es el encuentro con las personas, un contacto que transforma a los dos que se encuentran. Eso sí que sé seguro que funciona. A eso me refería, creo. Eso lo veo más tangible; creo en eso, y quizás es lo que me anima a seguir intentando hacer algo por los demás, aunque no crea ya casi en grandes proyectos o grandes ideales...

¿Es un poco raro lo que estoy diciendo?

Anònim ha dit...

Yo no creo que sea tan raro lo que dices porque cuando se colabora con un grupo en una tarea (sea cual sea) se establacen unos lazos "especiales", hay un nexo entre ese grupo que es diferente a una simple amistad.
Puede que al pasar más tiempo con ese grupo de personas en la elaboración de la tarea, y que ese tiempo no sea "perder el tiempo", se establece algo diferente. Y si la tarea supone un enriquecimiento personal pues aún se hace más presente y más latente entre los miembros del grupo.

Kaminant ha dit...

Sí...

Yo me refería más bien al encuentro con la persona a la que se supone que intentas ayudar (o que te ayuda).

Pero, tienes razón... Por supuesto, creo que el encuentro entre las personas que comparten una tarea importante, del tipo que sea, o una convicción, una fe... es también muy enriquecedor, y transformador.

La unión de fuerzas, de intereses... Saber que compartes con un grupo de gente una manera parecida de ver el mundo... Es importante.

Anònim ha dit...

Yo tiendo a quedarme muchas veces en la efectividad que un gesto o proyecto concreto pueda tener en mi entorno. Y por supuesto lo que hacemos va transformando el mundo, aunque sólo sea la parte de él que nos queda más cerca.
Pero últimamente pienso mucho en que quizás la clave no sea tanto transformar la realidad como transformarnos a nosotros mismos, dejarnos transformar por los otros, a partir de los encuentros, pero de encuentros verdaderos y absolutos. Acercarnos al otro, con ganas de sostenernos mutuamente, pero ante todo de conocernos y querernos. Porque el amor es mucho más movilizador que la asistencia e incluso que la cooperación.
Y esto, que puede sonar muy egocéntrico o muy cómodo no lo es en absoluto. No se trata de hacer amigos y punto. Estoy convencida de que en la medida que hago esfuerzos por conseguir, mediante acciones muy concretas, que realidades de injusticia o de dolor cambien, es como se va obrando en mí esa conversión del corazón. No hay otra manera.
Y es cierto que más que los proyectos de cooperación maravillosos y las iniciativas solidarias perfectamente planificadas y eficaces, son las personas que tienen el corazón vuelto hacia afuera las que me contagian la esperanza cada día.
Yo aspiro también a ser una de ellas.
Rosalía